La Primera Mujer Ingeniera

Soy la Ingeniera María Eugenia Igueravide Navarro, fui parte de la primera generación de mujeres que estudiaron en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Autónoma Potosina y me convertí en la primera mujer en recibir el Título de Ingeniera Civil un 15 de febrero de 1967.


Desde que era una niña, en mis juegos, me gustaba construir cosas, jugar en los arroyos, usar piedritas y tierra para crear pequeñas edificaciones que daban vida a mis imaginaciones. En la escuela, a diferencia de otros niños, a mi se me facilitaban las matemáticas y me encantaba la geografía. Debí darme cuenta entonces de que estaba destinada a ser una mujer ingeniera, una ingeniera civil.


Mis Padres, Luis Igueravide Rodríguez y Concepción Navarro Estrada, eran egresados de la entonces Escuela de Ciencia Químicas de la UASLP y orgullosos de su Alma Mater, siempre me inculcaron el estudio en esta misma. En aquel entonces se podía iniciar la educación básica de secundaria y el bachillerato en la Universidad, por lo que desde los tiernos 13 años, mi educación fue envuelta en sus aulas.


Al momento de elegir una licenciatura la opción estaba clara, venciendo todos mis miedos y contra todos los tabús de la época, me armé de valor y junto a mi compañera Yolanda Reza Pardo, solicitamos al entonces director, Don Guillermo González Escamilla, el ser enroladas en el programa de Ingeniería Civil de la Escuela de Ingeniería, que recién abría sus puertas en el edificio de las antiguas Cajas Reales que fue donado por el Gobierno del Estado y restaurado con gran dedicación por todos nuestros compañeros alumnos, maestros y personal universitario de aquella época.

Yo estuve ahí cuando se realizó el concurso para elegir el escudo y lema de nuestra escuela, en aquella suntuosa ceremonia donde fue develado por las autoridades del Estado, la Ciudad y nuestra Universidad. Estudiar Ingeniería cumplía todas mis expectativas, no fue fácil abrir camino, pero alguien debía hacerlo.


Disfruté cada momento de mi vida de estudiante, me son inolvidables las cátedras en el majestuoso Edificio Central, impartidas por peculiares personajes que marcaron mi vida para siempre, las tardes de fiesta y de tertulia en el Patio Central y lo acogedor de las Cajas Reales junto a mis compañeros de generación. Después de recibirme como Ingeniera, estudié un año en la división de doctorado de la UNAM y con gran empeño, regresé para impartir una cátedra en mi amada escuela de Ingeniería.


Mi desempeño como profesionista fue difícil, pero no imposible. Integré mi propia constructora con un equipo de pasantes, maestros de obra, albañiles, carpinteros, fierreros y peones que me llevaron a cristalizar grandes cosas. Hoy en día, al ver las fotografías de aquellos proyectos, me sorprendo mucho, no sé cómo lo resistí físicamente, no sé cómo soportaba tanta presión; pero bueno, era muy joven, creo que la angustia era normal, sentía el peso de la profesión y el compromiso con las personas que habían puesto su confianza en mí.


En el transcurso de esta historia, formé una familia con el Ing. Jorge Adalberto Santoyo Pérez, con quien tuve una hija, la ahora Doctora, Alejandra Santoyo Igueravide. Trabajé durante veinte años en el Gobierno del Estado como Subdirectora de Proyectos, donde me desempeñé con gran madurez y experiencia como ingeniera. Esta etapa de mi vida profesional me permitió conocer las necesidades de nuestro Estado y me obligó a actualizar mis herramientas ingenieriles, aprendiendo computación para utilizar programas como AutoCAD, Excel, Word, Stadd Pro y otros. Sin duda alguna, la integración de las nuevas tecnologías a partir de este punto fue un parteaguas en el mundo de la Ingeniería, en mi mundo.


Hasta el día de hoy sigo disfrutando la ingeniería, sorprendiéndome de los avances tecnológicos, imaginando lo que hubiera sido con esos avances en mis tiempos y deleitándome con lo que será en el futuro. La Ingeniería evoluciona para ayudar al mundo globalizado en el que vivimos y siempre será indispensable. Yo elegí el trabajo que más me gusta y no he tenido que trabajar ni un solo día de mi vida, siempre orgullosa de ser de Ingeniería.

¡Gracias a la Vida que me ha dado tanto.!