Profesores Eméritos

En la antigua Roma, la Roma imperial, los soldados de las legiones del César que habían sido licenciados o retirados con honores, recibían el nombramiento de Emeritus, palabra que en su raíz, emerere, denota el merecimiento de haberse hecho acreedores a un status y a una recompensa por haber concluido cabalmente y con lealtad, su servicio al imperio y a su emperador. Era frecuente también el otorgamiento, a estos legionarios eméritos, de grandes concesiones de tierra expropiada en los países conquistados, tal es el caso, por ejemplo, de la hoy ciudad capital de la provincia española de Extremadura, que en su momento fue llamada Colonia Augusta Emérita, y que posteriormente derivaría hacia su actual nombre: Mérida.

Hoy en día, la acepción de la palabra Emérito ha cambiado, para fortuna nuestra, haciéndose extensiva a otros ámbitos de la actividad humana, tales como la docencia o la eclesiástica, o incluso a la dirección orquestal, y no ya únicamente a la militar. Sin embargo, su esencia sigue permaneciendo: el reconocimiento público hacia aquellos que han servido en grado superlativo a la institución que les otorga el título.